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sábado, 1 de noviembre de 2014

Crónica Santiago

El domingo 26 de octubre se celebró la trigésimo séptima edición de la carrera pedestre de Santiago. Treinta y siete ediciones, que se dice muy rápido. Una de las más antiguas de galicia y en mi opinión de las más hermosas. "Algo tendrán el agua cuando la bendicen y el vino cuando lo consagran" y 4260, 34 CAS, participantes en la categoría de adultos para recorrer 12 km, francamente duros y 1633, 4 CAS,  infantiles que se enfrentaron a ¡7 km! matadores, algo significará. Es todo un clásico de la que casi todo está dicho. Así que me limitaré a contaros como la viví.
Soy un vetusto, con pretensiones de rejuvenecido, pero la mayor parte de las veces se que queda en eso, pretensiones. Como la mayoría de los finde estuve en Valdoviño y pretendía llegar a Santiago por carretera, porque el precio de la autopista es un auténtico timo. Puse el despertador del móvil a las 7:30 . Cuando desperté lucía un día claro y despejado. Demasiado claro para la hora. Abrí la casa, me puse a desayunar y cuando vi los relojes de la casa, marcaban las 8:45. Mi rejuvenecimiento no llega a tanto como para prever  que el móvil esta programado para cambiar automaticamente de hora. Me había levantado a las 7:30 de la hora nueva, no de la vieja como pretendía. Así que de repente, se me escurrió una hora. Tenía que llegar a Santiago a las 9 de la mañana según la hora nueva y no según la vieja que serían las 10 de la nueva. (Aún dirán que el cambio de hora no causa problemas ). Salí como un cohete, por supuesto por autopista y mi modesto Dacia se comportó como un Ferrari, turbodiesel, intercooler con válvulas incontables  a tutiplen. A las 9:05 aparqué en el Auditorio y salí lanzado a por el dorsal. Saludé al paso a varios compañeros, recogí el dorsal y me fuí a cumplir ciertos ritos : comprar el periódico en el Toral y tomar café y disminuir peso en el Azul. El Azul, junto con el Derby, son supervivientes, ya muy cambiados, de los cafés de tertulias de inicios del siglo XX. En sus antiguas mesas de mármol,  Castelao, en su etapa de estudiante tarambana, plasmó miles de dibujos, liquidados por el paño del camarero. Contaría luego "estudié medicina por amor a mi padre, no ejercí por amor a la humanidad".
 En el Toral, dominando  la fachada del Círculo de Bellas Artes, sigue un Atlas soportando la bola del mundo. Dice la tradición que  tirarará la bola cuando pase por la plaza una mujer mayor de edad y virgen. Allí sigue fatigado, pesaroso y desesperado. Lleva decenios con su pesada carga y aún parece que la condena será eterna.
Vuelta al coche, colocar el dorsal y ya trotando hacia la salida, que me vale de calentamiento. Llegue a las 9:50, unos minutos de charla con Jose Manuel y Manuela y salimos. Tardé 1 minuto en pasar la pancarta. Se sale en cuesta,  embotellados por Juan XXIII y antes de llegar a la cima, (unos 500 metros), ya hay gente de la que salió delante que va caminando. Seguimos por carretera ancha y buena, con altibajos, pero con tendencia al descenso. Se corre bastante embotellado. En el km 3, llegamos a Puerta del Camino, así llamada porque cuando la ciudad era amurallada por ella entraban los peregrinos. Me encuentro bien. En las carreras tan multitudinarias se me dispersa la atención y no soy capaz de localizar a las muchachas hermosas, así que me limito a correr siguiendo la marea. Se corre en manada pero ya con espacios. Doctor Teijeiro, zona nueva y entramos en el campus. Se acabó el descenso y a prepararse, que viene lo bueno. Hace sol y calor y ni rastro del avituallamiento. Cuesta del Hospital de la Esperanza, bajada a Pombal, (antiguo barrio de putas, ahora las putas están  en todos los barrios). Por fin el avituallamiento. Debemos de estar en el kilómetro 7. Subida por Santa Isabel, para ir calentando las piernas y entre el 9 y el 10, la pesadilla de la carrera, la subida de Vite. El trayecto final se hace en volandas entre continuos ánimos de los numerosos espectadores. Cuando llegamos a la cima, quedan 2 km de descenso leve hasta el final. Habitualmente se enfilaba por Basquiños hacia la Algalia. Pero no, esta vez han cambiado por obras y nos meten en descenso corto en Juan XXIII, enlace ascendente suave, creo que por Espiritu Santo a San Roque, volviendo al recorrido clásico. (De haber seguido unos 500 mts más habríamos llegado a la Pensión de la Troya, fuente de inspiración de la novela de Pérez Lugín). A partir de ahí corremos por la historia; plaza de Cervantes, facultad de Filosofía, antigua sede de la Universidad Central, (y enfrente Restaurante El Asesino, preferido de Vallle Inclán), Toral, donde el Atlas sigue con la piedra viendo pasar participantas, rúa del Villar hasta Platerías, (llamada así porque en el medievo gremial había........)(Premio), (¿y en Azabachería?). Giro hacia Fonseca, inicio de la Universidad Compostelana, fundada en 1495. Si, hace más de 500 años. Por cierto, fue fundada por Lope Gómez de Marzoa y no por Fonseca, como comunmente se cree, aunque este último le dió el impulso definitivo. Llegada enmarcada entre la fachada catedralicia del  Obradoiro, el municipalizado el Palacio de Raxoi y el elitizado antiguo Hospital de Peregrinos. Fin, con 4´menos que el año anterior. Asfixiado y exultante.
Lolo Penas, ganador por tercer año consecutivo. 5 portugueses entre los 8 primeros clasificados. Mónica Silva, también portuguesa, primera en mujeres. Indican la relevancia de la carrera.

Una vez más fantástico. El Obradoiro es espectacular hasta con andamios. Los inconvenientes, los de siempre, masificación, colas, avituallamiento final pesado y algo cutre. Pero se van superando, al menos en la camiseta conmemorativa, que cada vez es más fea.

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