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viernes, 14 de noviembre de 2014

Crónica Behobia por Paco


¡Y nos fuimos de excursión a Behovia!.

Este año se celebraba la quincuagésima edición de la Behovia-San Sebastían y para allá nos fuimos. 
Behovia es un barrio histórico del ayuntamiento de Irún. ¡Vamos, que queda en el quinto coño!. Está separado de Francia por el Bidasoa.  El río me pareció francamente modesto. Me esperaba una frontera algo más recia, en un lugar con tan abundantes antecedentes históricos de guerras francoespañolas, carlistas y civiles . Pero el río bien poco obstaculo sería. Cuatro pelouros y media docena de tablas llegan para hacerle un puente. 
La carrera la organiza el club Fortuna de San Sebastían. Club histórico, pero que tuvo largos años cerrada su sección de atletismo, reabierta en 2012. Francamente raro. Milagros de las aleaciones en donde la unión de  elementos da como resultado algo muy diferente de su suma. (Pensad por ejemplo en el bronce o el matrimonio). De la unión de  esos elementos que presagiaban un fracaso, resulta una de las carreras míticas y mas exitosas de España. Y con pleno merecimiento.

Pero vayamos por partes :

Primera jornada. 
Tarde del viernes 7 de noviembre : el viaje. 
Salimos desde Sada en autobús, con el retraso esperado. Estaba anunciada a las 15:30 y salimos a eso de las 16. Y aún poco me parece porque antes hubo foto de grupo y ya conoceis lo dificultoso de la reunión del rebaño. Nos quedaban por delante más de 600 km y en el ambiente había el punto de excitación de las excursiones. Estaba preparado para los rigores e incomodidades de un largo viaje en autobús, para las paradas por imperativo legal en  Mondoñedo y Avilés, para comer el bocadillo al mejor estilo portugués sentados en los bordillos del área de servicio de Hoznayos, pero no para  las películas, que me dejaron baldado. Tres se reprodujeron. Llegué maltrecho a nuestro destino, el camping de Monte Igueldo. 
Era la una de la madrugada y en la oscuridad los bungalows asemejaban barracones de campo de concentración. Luego no era así, estaban limpios, tenían todos los servicios, agua caliente a esgalla y calefación y utensilios suficientes. El espacio era reducido, pero era poco el tiempo, y con algo de tolerancia la convivencia resultó aceptable. Al menos no se observaron heridas de importancia entre los convivientes. La relación calidad/ precio era buena y el alojamiento en estas fechas dificilísimo. Dormí incomodo y me desperté  varias veces sobresaltado, cuando en una pesadilla reiterativa, se me acercaban unas manos infantiles con un CD, a la vez que una voz alegre me decía "ponemos una pelicula?". Fuera cantaba un buho.

Segunda jornada. 
Sábado 8 : San Sebastián. 
A las 8:30, salimos a trotar 30´por las inmediaciones. Corrimos por asfalto  entre bosque bajo y prados, que descendían hacia el mar. Pastaban vacas, ovejas y algún caballo. Se organizó un absurdo debate  sobre  si los bovinos eran vacas sin sujetador o bueyes. Absurdo pero no irrelevante cuando había surgido la idea peregrina de ordeñarlas. Dos disparos próximos disiparon la tentación; el riesgo pareció excesivo y finalmente hubo cordura : la leche se compró en el camping. 
A las 10, duchados, desayunados y vestidos bajamos a Sanse. Caminata hasta Anoeta, recogida del dorsal, que venía troquelado para desprender una lengüeta identificativa de la bolsa dejada en consigna. Pero pasaba lo mismo que con el papel higiénico resultaba dificilísimo cortarlo por la línea de puntos. Yo contaba con dejar la camiseta conmemorativa que nos iban a dar, pero se recogía después. Así que tuve que hacer un estriptís público para dejar la que llevaba puesta. A juzgar por como miraron varias atletas veteranas que hacían cola, no creo que hayan vuelto a dormir tranquilas desde entonces. Recogida en el velódromo de la camiseta conmemorativa , negra y amarilla que a mi me gustó. (A buen entendedor : el a mí me gustó implica que a otros no). 
Me defraudó sin embargo el velódromo, instalación que ha servido para multitud de eventos.....incluso el ciclismo. Me pareció envejecido y no muy bien conservado. Allí estaba la feria del corredor, tan multitudinaria que me agobió. Nuevo paseo hasta el autobús para ir a comer. Total en el día de descanso llevábamos 30´de trote y 4 horas de paseo. Llegamos reventados.
A las tres comenzó la comida : ensalada, para despistar, muy bien hecha; tortilla de bacalao, excelente y chuletón delicioso. Queso con membrillo, nueces y helado para rellenar los posibles huecos. 
Cervecita previa, rioja muy digno y sidra que francamente estaba muy fresquita pero no sabría calificar, soltaron la conversación. El comedor bullía. En nuestra mesa se habló sucesivamente, de carrera, ropa deportiva, vinos, comida, votación catalana, cine, hijos, educación, sociedad actual, de nuevo de vino y comida, y al final, francamente achispados, de inconveniencias, anecdotas de risa gruesa y procacidades no reproducibles. Acabamos a las 5, cuando las miradas aviesas de los camareros así lo aconsejaron. Faltó un pacharán final, que total, mucho peor ya no podía ser.
A las 17:30. Vuelta a Sanse. Los niños al parque de atracciones de Monte Igueldo, que cuando yo lo conocí hace más de 20 años, ya resultaba anticuado y cutre, con cierto encanto naif. Parece que les gustó. 
El resto paseo por la ciudad. Otras dos horas, en las que yo me pimplé 1,5 litros de agua mineral. 
La cena a las 21:30, fue la cruz. 
Agotados, silenciosos, un punto arrepentidos. Bebimos agua y comimos pasta con setas, pollo con puré de patatas y yogur. Nos recogimos sosegadamente. Si la comida parecía un jolgorio de juvenil excursión escolar, la cena pareció refectorio de convento. (Y me refiero al recogimiento, no a la virtud). Ignoro lo que pasó en los bungalóws, pero vislumbro que si hubo pecado fue de pensamiento. 
Volví a dormir sobresaltado. Se reprodujeron las pesadillas. Fuera se había desatado el diluvio.
Balance final del día de descanso : 30´de trote, 6 horas de paseo, excesos dietéticos y etílicos y mal dormir. Perfectamente preparados para la carrera de la mañana siguiente. Como me dé la vomitona, salgo, y con foto, en todos los periódicos.

Jornada clave y final. Domingo 9 . 
Carrera y vuelta a casa. Se supone que todo lo anterior son prolegómenos para llegar a este punto, la carrera. 
A las 7:30, todos aseados, vestidos y recogidos estábamos en el autobús con destino a Sanse. La perspectiva de bajar corriendo desde Monte Igueldo resultó totalmente disuasoria y nadie se retrasó. La mañana era fría sin excesos y el cielo cubierto pero no llovía. Desde el autobús al tren con destino a Irún, ya transformados en corredores. Abarrotado de similares, cubiertos de linimentos y lociones diversas, el olor era mareante. Diversos corredores se daban las fricciones finales. Habrá que proponer que el año próximo además de poncho plástico protector, en la consigna suministren mascarillas. 
Por cierto, mi poncho venía sin instrucciones y colocarlo resultó un cristo. Volverlo a su envase fué imposible. 
El poncho de Javi, (privado), en la mejor línea de la deconstrucción actual, resultó impactante y rompedor. 
Del tren al Irunbus con destino a Behovia. Continuos controles de ticket. Finalmente a pie hasta la salida. Eran casi las 9 y a mi, por ejemplo me faltaban 2 h:30´para la salida. Creéis que resultó tedioso?. En absoluto. 
Miles de corredores, música, animador desgañitándose, stands de café.....
El tiempo nos respetó, incluso salió algo el sol. Salida de patinadores, al menos  uno de ellos amputado de una extremidad inferior, salida de sillas, sucesivas salidas contadas, cantadas y transmitidas por pantallas gigantes, cajones que avanzan, corredores disfrazados, descalzos, con calzado minimalista, grupos, fotos. Un maremagnun dinámico, bullanguero y tolerante. Troté suave, estiré e incluso atravesé el puente y me fui a dar un paseo a Francia. 
Al fin a las 11:21, exactitas, salimos. Ibamos en el mismo cajón Fede y yo. Yo tengo que correr a mi ritmo, no sé correr asociado. Me desquicia esperar y más aún que me esperen. Nos adelantamos varias veces durante el recorrido. Salgo por delante y en el km 1 me adelanta. Me pongo a tren. Ya desde la salida el ambiente era vibrante, de fiesta. En Irún el gentío era espectacular y el entusiasmo del público increible. Muchísimos niños que te daban el chocamanos, pancartas de diversas reivindicaciones, música. Voy encantado, féliz como un niño. Comienzo a notar pesadez en el pubis. No puede ser que tenga ganas de mear. En el Km 2,5, junto con el avituallamiento hay servicios. Allá me metí y no entraré en detalles, pero el largo y amarillento chorro indicaba que el asunto no era pscológico. Aliviado, y lo confieso, sin lavar las manos, cogí un vaso de agua. La chica observó con curiosidad, pero este, carga o descarga, debió de pensar. Fede, logicamente se ha esfumado. Km 5, nuevo avituallamiento. He mejorado la técnica, cojo el primer vaso en el medio del larguísimo tablero, me lo tiro por la cabeza y cojo un segundo para beber. Viene el alto de Gaintxurizketa, una larga subida tendida por autopista. Está al principio y la llevo bien. Es la única zona algo desangelada, pero aún así hay  espectadores. 
Con subibajas llegamos al Km 10, nuevo avituallamiento. Me supero, primer vaso de agua por la cabeza, segundo de isotónica, trago, cambio de mano y nuevo vaso de agua. Errentería, muchísima animación. Adelanto a Fede. Km 15, avituallamiento, agua doble y me acojono. Bajo el ritmo que viene en el 16 la subida a Miracruz. La subida es dura, pero nada que ver con lo que aparece en el perfil. Me adelanta Fede. Acabo la subida más fuerte de lo que empiezo. La animación durante todo el puerto es indescriptible. Es que te suben. Me animan con un extraño "venga Francisco", que es lo que figura en el dorsal. Cuento 8 animadores, 3 hombres y 5 mujeres. Observo satisfecho que sigo manteniendo  encanto para las féminas. Tengo que trabajarlo algo para bajar la edad y mejorar la presencia. (De las animadoras, claro). 
Estamos en el 17. Se inicia una larga bajada y me empiezan a pesar las piernas y molestar los cuadriceps. 
Curiosamente se me hace largo el km de descenso. Nuevo avituallamiento doble. En este km, 18 falleció en 2013, la navarra Arantxa Ezquerro, por lo que un grupo de corredores añadían el dorsal 19.880 que llevaba la fallecida, al suyo propio y se guardó 1´de silencio a la salida. (Y era joven dijo Hermi mirándome, cuando me lo contaba antes de salir). 
Del 18 al 19, me encuentro mejor. El público lo abarrota todo. Llego al último km, una puerta, ya llegamos y otro arco, y otro. El público ruge. Lo abarrota todo. Parecemos campeones olímpicos y no modestos corredores populares. La caja rural habrá soltado un pastón , a juzgar por la cantidad de arcos publicitarios que han colocado. O acaba esto pronto o no llego. Por fin aparece un reloj. Allí es. El último km se me hizo eterno. En la meta estaban animando Bea y Eliseo, que yo ni vi, buscando, como estaba, ciegamente la llegada. Gracias por los ánimos, que darse la paliza para estar en la Behovia animando sin poder correrla tiene que ser un auténtico desgarro.
Al final 1h47´50", que para mi no está mal. (Fede hizo 45" menos). Y eso que la cábala del dorsal 28576, par y sin repetición numérica, no era favorable. Se ve que entre la multitud hasta el gafe se descentra. 
Finalmente, actuó : no salgo en la clasificación.
La Behovia, es algo distinto. 30.000 corredores, creo que bastantes más espectadores que llenan practicamente el recorrido, lo abarrotan en algunos puntos y lo desbordan en muchos, animando continuamente en un ambiente deportivamente festivo. Una organización cuidada y eficaz, mimando todos los detalles. Toda una experiencia digna de ser vivida. 31 corredores del CAS participamos, en general con buenos resultados, pero incluso los menos satisfechos, regresan encantados de la carrera y decididos a repetir. Los ganadores son de alguna manera próximos, la pontevedresa Vanesa Veiga (1:09:58) y el lanzaroteño,"sic", Jose Carlos Hernández (1:01:37), que podeis verlo en el programa "Un pais para comérselo" dedicado a Lanzarote. (Por cierto que nadie de Lanzarote se denominaría lanzaroteño. Son, y con orgullo, conejeros. Si lo sabré yo, que tengo una nieta conejera).
Pero al igual que un cuadro, pongamos Las Meninas, por mucho que te lo describan, por muchas reproducciones que veas, no eres capaz de hacerte una idea real, si no lo ves, si no lo admiras, igual ocurre con la Behovia, que por mucho que te lo cuenten no se refleja la realidad. Hay que correrla, vivirla, sentirla. Hay que ir. 
Y aprovechad mientras el club lo organice. Que el trabajo de muchos, en especial de Alberto, (enorme), en la realización del viaje, nunca lo agradeceremos como se merece.
No quiero despedirme sin hacer una mención a Sergio, nuestro chofer, competente, educado, discreto y atento. Baste decir que comió con nosotros el sábado y siguió tratándonos con respeto. 
De las peliculas que se reprodujeron, y hubo otras tres a la vuelta, no es culpable.
Sirva esta crónica para despedirme como cronista habitual, pasando a esporádico. Las crónicas continuadas acaban siendo una carga para mi y una reiteración tediosa para los demás. No tiene excesivo sentido. Amenazo con continuar, eso si, en los eventos especiales, significativos, entrañables o del club. 
Creo que todos nos merecemos un descanso.

Paco.


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